En octubre de 1992, en el 500 aniversario del descubrimiento de América, el Papa San Juan Pablo II quiso realizar un viaje a República dominicana, la primera isla que Cristóbal Colón avistó, y que es para la Iglesia la primada de América. Dentro de este significativo e histórico viaje, San Juan Pablo II quiso inaugurar uno de los primeros Seminarios 'Redemptoris Mater' del mundo, el de Santo Domingo, tras los erigidos en Roma, Madrid o el Callao.
Santo Domingo, 11 de octubre de 1992
Por la tarde, después de la Audiencia al Cuerpo Diplomático, Juan Pablo II salió de la ciudad para inaugurar la sede de un seminario misionero diocesano «Redemptoris Mater» de las Comunidades Neocatecumenales, que en Santo Domingo son muy activas. En total son más de 300, para un total de cerca de diez mil personas, que trabajan prevalentemente en dos barrios pobres, «Invivienda» y «Hainamoza».
Del seminario, donde estudian unos cuarenta jóvenes, hasta ahora solo se ha levantado el edificio llamado «Santuario de la Palabra». El de las habitaciones y la capilla surgirán en un segundo tiempo. Por tanto, el Papa ha sido acogido en el único edificio terminado. Tras un canto inicial y unas palabras de bienvenida del iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, Juan Pablo II ha bendecido el edificio y ha dirigido a los presentes -Cardenales, obispos, seminaristas y familias de las comunidades- unas palabras de ánimo y de buenos deseos.
A continuación publicamos las palabras pronunciadas por el Santo Padre:
«Es para mí motivo de especial alegría poder inaugurar en Santo Domingo, en una fecha tan importante, el seminario misionero archidiocesano “Redemptoris Mater”, que en el V Centenario de la llegada de la Buena Nueva a América, quiere ser una aportación a la gran obra de la Nueva Evangelización a la que he convocado a la Iglesia universal.
Este centro, que ha recibido candidatos al sacerdocio venidos de numerosos países de todo el continente americano, de Europa y de otras naciones, ha de estar siempre animado por un espíritu misionero que sea fermento en esta archidiócesis, en toda la República Dominicana, y que se proyecte a todo el mundo siguiendo el mandato del Señor: «Id y predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 6, 15). Eso lo ha manifestado también el Concilio Vaticano II en el decreto sobre el ministerio y sobre la vida sacerdotal: «El don espiritual que los presbíteros han recibido en la ordenación no les prepara a una misión limitada y restringida, sino a una vastísima y universal misión de salvación “hasta los últimos confines de la tierra” (Hch 1,8)» (Presbyterorum Ordinis, n. 10).
La presencia de seminaristas de la más variada proveniencia en esta isla, que ha recibido la semilla de la predicación evangélica y de la cual se irradió la luz salvífica de Jesucristo al resto de América, es también una señal de cómo a las puertas del Tercer Milenio cristiano, desde este Seminario Archidiocesano “Redemptoris Mater” en Santo Domingo, con la gracia de Dios, podrán irradiarse los nuevos evangelizadores que llevan a todo el mundo a Jesucristo, “Camino, Verdad y Vida”.
Mientras elevo fervientes oraciones para que María, Estrella de la Evangelización, conduzca a su divino Hijo a todos aquellos que recibirán la formación sacerdotal en este Seminario, imparto a todos con especial afecto mi Bendición Apostólica».
https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/1992/october/documents/hf_jp-ii_spe_19921011_seminario-missionario.html
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