San Juan Pablo II, como todos sabemos, fue el Papa bajo cuyo Pontificado el Camino Neocatecumenal se acabó de desarrollar como itinerario post-bautismal en las parroquias, creció, y alcanzó la edad adulta cuando las primeras comunidades del mundo terminaron esta iniciación cristiana en la Basílica de San Pedro. A San Juan Pablo II le debemos toda la praxis que hoy tenemos en el Camino, la Eucaristía, la celebración en pequeñas comunidades, la Pascua, las familias misioneras, los Seminarios Redemptoris Mater, y como no, los Estatutos. San Juan Pablo II cuando visitaba las parroquias de Roma, su diócesis, realizaba reuniones particulares a las comunidades neocatecumenales, porque quería conocer de primera mano la realidad de las mismas, y siempre tenía gestos y palabras de cariño, de afecto y comprensión, de confirmación como Sumo Pastor y de consuelo. En la parroquia de los Santos Mártires Canadienses, la primera dónde se abrió el Camino en italia, en una visita en 1980, quiso comenzar su discurso con una auténtica declaración de amor: 'Sobre todo quiero deciros que os amo'. El Camino Neocatecumenal nunca podrá agradecerle a este gran Santo el bien que supuso para tanta gente alejada su Pontificado.
