El Camino Neocatecumenal nació en España en la década de los años 1960, justamente cuando en la Iglesia acaba el Concilio Vaticano II. Tal como explican los iniciadores del Camino, los laicos españoles Kiko Argüello y Carmen Hernández, la experiencia vivida en las barracas de Palomeras Altas de Madrid les llevó a encontrar una síntesis teológico-catequética que se constituyó a los pocos años, y ayudada por el entonces Arzobispo de Madrid Mons. Casimiro Morcillo, como una iniciación cristiana para adultos.
Esta iniciación parte directamente del mandato del mismo Jesucristo: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 19-20).
La Iglesia española ha visto desde el Concilio la urgente necesidad de formar nuevos cristianos y ayudar en la fe a tantos bautizados alejados de la Iglesia por una acuciante secularización. Por eso la LXX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española publicaba el 27 de noviembre de 1998 un extenso documento titulado ‘LA INICIACIÓN CRISTIANA - Reflexiones y Orientaciones’ para ofrecer una guía pastoral y una serie de indicaciones de cara a los Obispos y párrocos para afrontar los nuevos retos que se vislumbraban de cara al tercer milenio.
El programa pastoral de la Conferencia Episcopal Española del trienio 1994-1997, indicaba que ‘leyendo con reposo los discursos del Santo Padre durante su última visita a España no queda duda de que la idea que los preside y unifica es animarnos a proseguir y, si es preciso, fortalecer más todavía un esfuerzo de evangelización, centrado en el intento de consolidar religiosamente la fe de los que creen y llamar a una verdadera conversión a los que no creen’
Y en el análisis de las dificultades frente a una sociedad secularizada, indicaba el documento: 'Hoy, la Iglesia en España "se ve llamada a desplegar una acción pastoral de evangelización frente al fenómeno generalizado del debilitamiento de la fe y de la difusión de la increencia entre nosotros' (nº 63).
Frente a esta situación se hace más comprensible y necesario que la Iglesia tenga como uno de los objetivos prioritarios el Anuncio misionero y catequesis de iniciación: ‘La situación actual de la evangelización postula que las dos acciones, el anuncio misionero y la catequesis de iniciación, se conciban coordinadamente y se ofrezcan, en la Iglesia particular, mediante un proyecto evangelizador misionero y catecumenal unitario. Hoy la catequesis debe ser vista, ante todo, como la consecuencia de un anuncio misionero eficaz. La referencia del decreto Ad Gentes, que sitúa al catecumenado en el contexto de la acción misionera de la Iglesia, es criterio de referencia muy válido para toda la catequesis’ (nº 68)
Además el documento desarrollaba la posibilidad y necesidad de realizar esta Iniciación cristiana a adultos ya bautizados, configurado como un auténtico Catecumenado para adultos, pero que por razones diversas se hayan alejado de la fe: ‘Junto a estos adultos se encuentra otro grupo de cristianos que recibieron los tres sacramentos de la Iniciación cristiana en su infancia y adolescencia, pero que se desvincularon de la Iglesia durante un largo tiempo. En importantes documentos de la Iglesia se ha subrayado la necesidad de evangelizar de nuevo a los bautizados de las viejas Iglesias de Europa. También entre nosotros se ha insistido, en los programas pastorales de la Conferencia Episcopal y de algunos de sus organismos, en la necesidad de un anuncio misionero que introduzca a estos alejados en un proceso de "reiniciación" cristiana. Para atender convenientemente esta doble urgencia misionera es necesario plantear un "itinerario de Iniciación cristiana de adultos bautizados" o, si se prefiere, un itinerario de neocatecumenado’ (nº 125)
Por último, sorprendentemente, al finalizar este apartado, la Conferencia Episcopal Española hacía referencia a las diversas iniciativas que habían surgido a lo largo de los años para apoyar y llevar a término una iniciación cristiana de manera particular, destacando como una de las más importantes precisamente el Camino Neocatecumenal. He aquí la referencia que realiza el documento de manera explícita y que implica un doble reconocimiento, por un lado como una iniciación cristiana válida para lo que la propia Conferencia Episcopal considera necesario para desarrollar hoy en las parroquias y por otro un instrumento al servicio de los Obispos, bajo su guía y discernimiento pastoral, como siempre han defendido los iniciadores del Camino: ‘Entre las iniciativas más notables y difundidas sobresalen el "Camino Neocatecumenal" y los procesos de formación cristiana que tienen algunos movimientos apostólicos y comunidades eclesiales. Confiamos en que las presentes Orientaciones serán útiles para los mismos, a fin de completar o perfeccionar sus programas y ponerlos en práctica, con la aprobación de los obispos’ (nº 126)
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