El pasado mes de octubre el Padre José Antonio Fortea visitaba Paraguay, y durante su visita tuvo la oportunidad de estar el día 23 de octubre con el Seminario 'Redemptoris Mater' de Asunción, y pocos días después, el 26, celebrar una Eucaristía en la Parroquia de San Roque donde hay numerosos hermanos del Camino.
El Padre Fortea es uno de los sacerdotes españoles más conocidos, especialmente querido por sus conocimientos y su carisma. Un hombre de fe, de recta doctrina, dedicado al estudio y gran escritor, por lo que es especialmente seguido por sus libros, publicaciones y comentarios, que se pueden encontrar en su blogg y en you tube y que recomendamos, pues son de acceso y descarga gratuitos: https://forteafortea.blogspot.com/
Pertenece a la diócesis española de Alcalá de Henares, donde fue ordenado presbítero en 1994, y como teólogo está especializado en la demonología. Ejerció como exorcista durante varios años en su diócesis y escribió una de sus obras más conocidas: En 1998 defendió su tesis de licenciatura "El exorcismo en la época actual" dirigida por el secretario de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española. En 2015 se doctoró en el Ateneo Regina Apostolorum de Roma con la tesis Problemas teológicos de la práctica del exorcismo. Su obra más conocida es 'Summa dæmoniaca', un tratado de demonología y un manual de exorcistas. Gran admirador del Padre Amorth, el Padre Fortea ha destacado siempre por su defensa de la ortodoxia y fe católica, lo que le ha llevado a ser además un gran defensor en la Iglesia de todas las realidades inspiradas por el Espíritu Santo, como las nuevas comunidades y realidades eclesiales como el Camino Neocatecumenal o la Renovación carismática.
En la Eucaristía que celebró, y cuya extensa homilía se encuentra en you tube cuyo enlace indicamos seguidamente, el Padre Fortea quiso versarla sobre la Iglesia primitiva, especialmente la de la primerísima hora apostólica, cuando nace la Iglesia tras la acción del Espíritu Santo y fruto de la predicación, como la de San Pablo, se empiezan a formar pequeñas comunidades que viven en una perfecta comunión.
En el inicio de la Homilía el Padre Fortea pregunta sobre cuántos de los presentes pertenecen al Camino, pues es conocedor de la presencia de numerosos hermanos a la Misa para escucharle, y al ver que son la mayoría decide versarla como se debía haber preparado sobre las comunidades de la primitiva Iglesia:
"El Camino Neocatecumenal no es una sociedad secreta, y lo dicen con toda alegría que pertenecen a la Iglesia en esa 'espiritualidad', en ese camino... pues ya que hay tantos aquí del Camino Neocatecumenal he pensado las palabras que les voy a decir que sean sobre las primitivas comunidades, porque he acabado en el tiempo de pandemia una obra larguísima que empecé a hacer hace ya más de diez años, que es una obra sobre San Pablo"
Tras una extensa prédica sobre los elementos fundamentales que hicieron crecer y madurar la fe termina nuevamente mencionando y agradeciendo el fervor y ardor de los hermanos del Camino por recuperar ese celo de los primeros siglos, tan necesarios en la actualidad para la nueva evangelización, y subrayando la importancia de la Eucaristía para la vida y el crecimiento de la comunidad:
"Que sepáis que valoro tanto en vosotros y vuestras comunidades ese deseo de imitar el fuego de ese primer momento. De sentiros como aquellos grupitos que se reunían en una casa alrededor de una mesa... En eso he visto vuestro fervor ¡vuestro fervor! y eso nadie lo puede negar. Y las obras lo proclaman. Continuamos la Misa sabiendo que para ellos, la Iglesia Primitiva, la Eucaristía era cenar con Jesús. Que era la cena del Shabat... y concretamente la de Pascua. Y que era Jesús el que se hacía presente. Lo mismo que a los discípulos de aquel lugar que se llamaba Emaús. Para los primeros cristianos la Eucaristía era 'cenar con Jesús'"
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