Durante el segundo año de inicio del Seminario Redemptoris Mater de Roma, el 18 de octubre de 1988, Kiko Argüello contaba una profecía del Padre Pío sobre la casa que iba a albergar el Seminario que le habían contado las hermanas franciscanas de quienes adquirieron dicha casa. La superiora de las hermanas franciscanas, la hermana Cristina Witmer, contó a Kiko una florecilla sobre la misma que consideró cumplida con la adquisición para la erección del Seminario. Cuando estaba la misma en fase de construcción durante los años 60 para convertirse en la Casa General de la orden el proyecto de la misma era de gran envergadura y además muy costoso económicamente, y las hermanas pidieron al entonces Padre Pio de Pietrelcina que les diera una palabra al respecto. Y él, que era un hombre muy sencillo y pobre, y podría haberles reprendido por la magnitud de la obra, les respondió y animó a que siguieran adelante con el proyecto, que no tuvieran miedo, porque esta casa sería en el futuro de una gran ayuda para toda la Iglesia y para la gloria de Dios.
A finales de los años 80 la casa se les había quedado demasiado grande a las hermanas franciscanas hijas del Sagrado corazón de Jesús y María, y tras ponerla en venta habían encontrado un comprador privado que habiendo hecho una paga y señal quería transformarla para convertirla en residencia de ancianos, pero sin ninguna relación con la Iglesia. Pero Dios quiso obrar un milagro para convertir esta casa en el primer Seminario Redemptoris Mater del mundo.
