jueves, 16 de mayo de 2019

Los Obispos acompañan al Camino en la misión por las plazas

Durante el tiempo pascual tiene lugar la Misión en las plazas que desde 2013, el Año de la Fe, cada año llevan a cabo las comunidades neocatecumenales en más de 10.000 plazas de todo el mundo durante 5 domingos del tiempo de pascua, para anunciar el Kerygma y la buena noticia de la Resurrección, siguiendo lo que narran los Hechos de los Apóstoles: “Y él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos” (Hch. 10, 40-43). 

A lo largo de estos años han sido varios millones las personas que han coincidido en la calle con este testimonio público y han podido recibir una Palabra de amor y misericordia a través de esta misión ad gentes, y gracias a ella miles de alejados, incluso no bautizados, han entrado o regresado a la Iglesia. 

Los Obispos de las diócesis donde están incardinadas las comunidades no solamente han dado el visto bueno a realizar este tipo de misión popular tan querida y solicitada por el Papa Francisco, sino que muchos de ellos han participado activamente en la evangelización, en un evidente y claro signo de comunión entre nuestros Pastores y las comunidades de su diócesis que viven la fe bajo su amparo y tutela.



La jornada se desarrolla el mismo domingo por la mañana en una plaza o calle, con una duración de unas dos horas y enmarcado dentro del rezo de los laúdes (la hora de oración matutina la Iglesia). Cada día se predica una catequesis y varios hermanos dan su testimonio de la acción de Dios en su vida y en los que se da respuesta a preguntas como “¿Quién es Dios para ti?”, “¿Has experimentado en tu vida que Dios existe?”, “¿Para qué vives?”, “¿Qué es para ti la Iglesia?”.



Esta misión se enmarca dentro de los deseos del Papa Francisco que subrayó en su primera Encíclica, Evangelii Gaudium, donde indicaba que “todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría (...) La actividad misionera «representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia» y «la causa misionera debe ser la primera” (EG 14-15) y que a los jóvenes en la JMJ de Río de Janeiro especialmente invitó a salir a las calles: “Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, sino salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!”











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