miércoles, 26 de agosto de 2020

El Padre Amorth: "Si un joven tiene la gracia de entrar en uno de estos movimientos, se salva"


El Padre Gabriele Amorth es posiblemente el sacerdote y exorcista más importante e influyente de la Iglesia Católica en el último siglo. Conocido por ser el exorcista oficial de la diócesis de Roma (italia) en las últimas décadas, su experiencia con miles de exorcismos practicados (alrededor de 100.000) le confieren una autoridad en la materia que es difícil de igualar. Fallecido en 2016, con más de 90 años de vida, tuvo la habilidad de publicar en numerosos libros sus experiencias como exorcista y su lucha contra el maligno. Quería que la propia Iglesia y los fieles conocieran de primera mano y fueran conscientes de las trampas, tentaciones e influencias del enemigo. Fue el responsable de crear una asociación internacional de exorcistas dentro de la Iglesia Católica porque veía necesario ayudarse y colaborar mutuamente para hacer frente a un numero cada vez más creciente de posesiones en todo el mundo, fruto, entre otras cuestiones, de un abuso de la hechicería, conjuros, sectas satánicas e invocación de espíritus malignos.

En una de sus publicaciones titulada 'Mi encuentro con el Diablo' el Padre Amorth va respondiendo a varias cuestiones que se le van preguntando, y en una de las preguntas relacionada con la educación en la fe cristiana de los jóvenes, resalta la importancia para ellos de vivir la fe dentro de un ambiente propicio como lo da una realidad eclesial como el Camino Neocatecumenal, a la que nombra entre otras, cuyo itinerario catequético es apto para que esta educación se pueda mantener en un mundo cada vez más secularizado. Veamos cómo lo expresa en su libro:



Pregunta: 'Por eso, si no se da la educación cristiana a las nuevas generaciones, si falta esa educación, probablemente la Iglesia entrará en una crisis profunda'

Respuesta del P. Amorth: En una crisis profunda. Te indico también los límites de edad. Se ha calculado hasta donde una familia puede educar todavía cristianamente a los hijos. La familia tiene influencia hasta que los hijos llegan a los 11-12 años: después de esa edad, la familia no tiene ya influencia. La tiene el ambiente. Por eso es una suerte que uno pueda entrar en un buen ambiente. Por ejemplo, no cabe duda de que una de las ventajas que ha habido después del Concilio son los grupos de oración, sobretodo la Renovación Carismática Católica -la tienen también en Polonia- donde rezan oraciones de sanación. Después, Comunión y Liberación, los Neocatecumenales. En suma, hay varios movimientos positivos y buenos, y si uno tiene la gracia de entrar, si un joven tiene la gracia de entrar en uno de estos movimientos, se salva.


Extraído del libro: "Mi encuentro con el Diablo''. Gabriel Amorth. 2015. Editorial San Pablo





El Padre Amorth no hace más que poner de manifiesto un hecho objetivo: Para los jóvenes que están iniciándose en la fe 'no basta sólo con ir a Misa los domingos'. El ambiente actual de las sociedades europeas y occidentales no solamente es aséptico o neutral al Evangelio, sino que desgraciadamente se ha tornado en anti-Evangélico. Lo que los jóvenes bautizados están recibiendo diariamente mediante los medios de comunicación, televisión, móvil, internet, en el colegio, universidades... es una catequesis constante y contundente que rompe con cualquier esquema religioso que se intente inculcar. La familia puede y debe transmitir la fe, pero como bien dice el Padre Amorth, cuando los niños inician la adolescencia, la autoridad de los padres, por regla general y como suceso natural psico-afectivo, es cuestionada, puesta en duda. Ciertamente es necesario que los hijos crezcan, maduren, empiecen a pensar por si mismos, a preguntarse por el mundo de hoy y a confrontar formas de vida. Pero si las respuestas a tantos interrogantes no las encuentran en la Iglesia las van a buscar y 'encontrar' en la sociedad actual: una sociedad de consumo, sexualizada, superficial, que banaliza y ridiculiza toda expresión religiosa, que fomenta más que la libertad el libertinaje, el ocio y la comodidad como objetivo para alcanzar la felicidad, y que invita al hombre y mujer actuales a ofrecerse todo a si mismos. 

Si en ese crecimiento los jóvenes no tienen el apoyo de una comunidad, un grupo, en entorno favorable o un ambiente cristiano que les de testimonio y esperanzas en que existe una forma distinta de vivir, de trabajar, de formar una familia, de relacionarse... sucumbirán al pensamiento único que circunda.

Cada vez se hace más necesario volver, como decía San Juan Pablo II, al modelo primitivo, lo que él llamaba 'el cenáculo', la 'pequeña comunidad cristiana'. Lo que llamamos y conocíamos como 'cristiandad', una 'Iglesia de masas' donde todo el mundo era cristiano, está paulatinamente despareciendo, porque no se ha sabido dar esta respuesta concreta y clara a la juventud que iba apareciendo, creyendo que no era necesario fomentar grupos dentro de la misma Iglesia que entorpecieran la unidad o dificultaran el desarrollo de la vida parroquial: Cuantos más grupos más trabajo, ciertamente, pero esto era lo que los jóvenes precisamente demandaban: Una atención personalizada y centrada en sus inquietudes, miedos, y dudas. 

El Camino Neocatecumenal, desde el principio, supo entender que a partir de los 13,14 o 15 años, era el momento propicio de iniciar para un adolescente una experiencia de vida en comunidad. Con el tiempo, y ante la presión de la secularización actual, se ha visto oportuno iniciar con anterioridad un proceso catequético destinado especialmente a la edad entre los 10 y los 14 años, por lo que se ha comenzado en muchísimas parroquias la llamada Post-confirmación, que tantos buenos frutos está dando en todo el mundo. No se puede dejar a los jóvenes sólos en su proceso de crecimiento en la fe. Hay que acompañarlos, situarlos, quererlos y animarlos, porque en la vida se encontrarán con situaciones difíciles, que no se viven de la misma manera con fe o sin ella. La fe es una garantía, la garantía de que existe la Vida Eterna, y aunque un adolescente de 14 años quizás no lo valore, un día puede ser que esa fe, como indica el Padre Amorth, le salve de alguna situación de muerte. 










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