viernes, 24 de marzo de 2017

'El Camino, fruto de Concilio, viene del Espíritu' Cardenal Müller, Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe


El pasado 26 de noviembre de 2016 el Cardenal Mons. Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presentó el libro escrito por Kiko Argüello, iniciador de este camino de fe 'Anotaciones' en su edición italiana.

Publicamos un extracto de la intervención con la que el cardenal Müller presentó en un encuentro en Roma en compañía del Iniciador del Camino el libro de notas Kiko Argüello "1988-2014", donde reconoció el Camino como un fruto del Concilio y del Espíritu Santo.





'Aquello que nos enseña la fe objetivamente debe transformarse en experiencia personal espiritual y existencial. El Camino Neocatecumenal se ha de entender como una introducción espiritual al cristianismo, como educación permanente en la fe. Su carisma es fruto del Concilio Vaticano II, que significó una amplia renovación de la Iglesia en Cristo. Sin la íntima y viva cercanía de Dios, el hombre se convierte en infeliz y lamenta su propio destino, quedando a merced de los poderes de la codicia, de la supremacía, de las pasiones, del egoísmo y con el deseo de abandonarse a su propia voluntad, erigiendo ídolos de los que se convierte en su propio esclavo. Para ello, el primer encuentro con Cristo, es la experiencia de la liberación del pecado y de la maldad del corazón, que nos conduce a la iluminación del espíritu con Su luz y verdad.

Así, en la íntima cercanía de Dios, seremos colmados por su amor, convirtiéndonos en uno con Él. Es en la libertad y la gloria de los hijos de Dios que tomamos nuestro mandato y así ejercitamos la misión de la Iglesia para ir y enseñar a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19s). Porque estamos todos invitados a la mesa del Señor, que Él ha preparado para nosotros ya en la Eucaristía y, un día y para siempre, en el banquete celestial. En el 1964 Kiko Argüello inició y fundó, junto con Carmen Hernández, entre los pobres y marginados en la periferia de Madrid de Palomeras Altas, el camino de un catecumenado para personas que buscan a Cristo y tienen necesidad de Él. Y desde entonces la pequeña planta se ha convertido un árbol gigante. Las miles de comunidades nacidas en cientos de diócesis de todo el mundo, dan testimonio de la fecundidad espiritual del carisma de evangelización que nutre la actividad del Camino Neocatecumenal.

Un carisma que viene del Espíritu Santo y que no deja de recordarnos la discrepancia entre la grandeza del mandato y nuestra debilidad, nuestra miseria humana. La gracia no se nos da como una posesión, algo para presumir delante de Dios, y en las ‘Anotaciones 1988-2014’ recogidas por Kiko Argüello y contenidas en el libro, no se ofrecen reflexiones sistemáticas o fragmentarias sobre cuestiones de fe y la teología. Son el testimonio de un camino interior del alma y los esfuerzos para obtener la confianza en Dios y la unión con el Señor crucificado y sufriente. El corazón desea desprenderse de todo lo que pudiera arrebatarle el lugar a Dios, ampliándose con la intención de que la plenitud de su amor pueda tomar morada en él.

Se trata de 506 pequeños y medianos aforismos, oraciones, experiencias y conocimientos, máximas, memorias y apuntes, recogidos en orden cronológico, los cuales, en la profundidad de la experiencia mística de Dios, ilustran el camino espiritual recorrido por el autor, junto con Carmen Hernández y el padre Mario Pezzi, en los últimos 30 años. El lector que piensa encontrar elementos de una biografía o un viaje interior quedará decepcionado. De igual modo se decepcionará quien quiera imbuirse de afirmaciones adaptadas para ser instrumentalizadas, en los términos de la psicología profunda, ya sea positiva o negativa, con fines propagandísticos. Y si el autor ha sopesado durante largo tiempo la idea de publicar sus notas, lo hizo por pudor o miedo a que no fueran más que un pretexto de su vanidad. Al final, fue la insistencia de muchos los que le hicieron cambiar de opinión , y el recuerdo de las palabras de un viejo sacerdote que le había dicho en una ocasión "nunca dejes de hacer el bien por temor a la vanidad, porque esto viene del demonio”.


¡Pero cuanto bien que se puede hacer con este libro! Como dice Kiko Argüello: "proclamar la gloria de Dios, dando testimonio de su amor gratuito y su fidelidad incondicional a mí que, como se podrá comprobar, soy inadecuado, indigno, inútil e infiel. [...] Si estas anotaciones pueden ayudar a alguien ¡bendito sea Dios! Lo que sí espero es que el lector, por intercesión de la Santísima Virgen María, que ha inspirado y guía al Camino Neocatecumenal, me encomiende a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, para que me salve". 

La gracia no es una garantía de una vida pacífica, libre de hostilidades externas e internas y de tentaciones. Y allí donde la gracia opera de manera fecunda, Dios pide también la disponibilidad para participar en la kénosis de su Hijo, que por amor a nosotros se dejó befar, acusar, flagelar, coronar de espinas y crucificar: El, que es "el autor de la vida "(Hechos 3, 15), cuyo corazón fue traspasado por la lanza cuando ya estaba muerto, a fin de que la maldad diabólica pudiera sofocar el último aliento de vida. Por otro lado, la historia de la Iglesia misma nos muestra que si los santos más grandes podían ser configurados a Cristo, fue gracias a su hermanos que los urgían a amar. De hecho, fueron sus propios hermanos los que mantuvieron a San Juan de la Cruz, en la noche entre el 2 y 3 de diciembre 1577, en la prisión del convento de los Carmelitas Descalzos de Toledo, sometiéndolo, al considerarlo "terco y rebelde" , a la humillación y flagelación, convencidos de hacer un bien a la Iglesia.

"La noche oscura del alma" es la experiencia común de todos los que buscan a Cristo crucificado y aman a Cristo en los crucificados de su tiempo. El autor concluye su introducción dirigida a los lectores con una solicitud de una oración y motivación que conmociona: "Rezad por mí, que soy un pecador." Esta es la clave para entender su piedad centrada en Cristo, en completa armonía con San Pablo. Porque Cristo ha muerto por nosotros los pecadores, para que pudiéramos morir al pecado, resurgiendo con el Señor resucitado a una vida nueva. Nos consideramos como hijos de Dios, y por eso, en la vida como en la muerte, ponemos nuestra esperanza solamente en Cristo. Debido a su particular forma literaria particular, no es posible hacer un resumen de este libro. Y no tendría sentido leerlo como un tratado sistemático de teología, de un tirón, de principio a fin.

Cada pequeña unidad ofrece una comprensión lógica, en la que cada uno puede reflexionar sobre sí misma, dejándose conducir por el autor y junto a él, cada vez más en las profundidades del misterio del Señor sufriente y resucitado. Ninguno de nosotros debe tener la sensación de ver su vida, sus dones y talentos, su sufrimiento y sus humillaciones desvanecidos en la nada; Todos deberían sentirse plenamente aceptados y amados por Dios, para así poder abrazar la frase clave de la mística paulina: "Pues mediante la ley yo morí a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo, y ya no soy yo quien vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gal. 2 ,20). Esta vida en la carne, yo la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Las profundidades místicas del libro emergen sobretodo de las oraciones que no tienen solamente la belleza poética, sino que están recubiertas también de gran fuerza y densidad religiosa. Es una teología y espiritualidad que, a partir de las Sagradas Escrituras, está profundamente permeada de la Palabra de Dios. Aquí tenemos, además de las citas y referencias a los Padres del desierto, a los autores místicos y el Talmud ¡más de 400 citas de las Escrituras! Tienen un papel central los Salmos, que, reflejando la condición del hombre ante Dios, dan testimonio del hecho de que el orante, en todos sus sufrimientos y esperanzas, interesa preferencialmente al Dios bueno y justo.

Si bien no podemos insistir aquí en sus singulares máximas y sus textos, creo haber encontrado un hilo que las une todas: primero todo gira en torno a la conversión, a continuación al ser colmado de la gracia y, finalmente, a la unión del hombre con el Dios del amor trinitario, cuando Dios viene a habitar en el hombre y el hombre en Dios.

Es la mística y ascesis católica, fundamentada en la Biblia, desarrollada por los Padres de la Iglesia y profundizada por los grandes místicos alemanes, holandeses y españoles, que, junto a la escolástica, es decir, la teología científica, todavía hoy influye en gran medida en la piedad católica'.

Cardenal Muller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe



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